jueves, 19 de mayo de 2016

#3 Otredad, si tú supieras

Atrapada en el estar
en el éter
como una diminuta partícula
de polvo viva
que sólo existe si le da la luz.

Atrapada en el ahora
en cualquier hora
como una hoja pequeña
que no vuela
porque no hay viento que sopla.

No miro cómo se besan
los enamorados en las calles oscuras
ni miro cómo
se cogen de la cintura,
universo-cintura.

Pero oigo cuando los besos
caen abrazándose a los charcos
y de ellos crece siempre
un verde árbol
cargado de fruta madura.

Y todavía no miro pero oigo
los colores de los sexos
los colores de las manos
que se buscan y se encuentran
en las frutas del orgasmo.

Y rojas las manzanas
como los besos.

Y naranjas las naranjas
como sus labios.

Pero si miro anidan cien cuervos
blanco sucio gris templado negro oscuro
como mi pecho.

Antaño
cuando vivían siempre flores enredadas en mi pelo
mis dedos eran una constante caricia para el mundo.

Llegaron rodando las rocas que arrastran
la pesadilla de la muerte
mírame como si fuese el primer sol de tu vida.

Destierra para siempre la montaña de nuestros sexos
murmúrame como a un arroyo
cuéntame las historias antiguas
que se hablan hoy con el lenguaje de los sueños.

Quédate a dormir en mi frente para siempre
un segundo, siempre
dos segundos, siempre
ahora, siempre

Que me pesan los brazos
y me pesan los párpados
¿y si no es cierto
que llevo todos mis siempres soñando?

¿Y si despierto
y descubro
que no hay lumbre en el cielo
que no hay amor en los hombres?