El tío ni siquiera me miraba. Mantenía
la vista al frente, intentando ver algo a través de la bruma.
Llevaba el labio partido y el cuello de la camisa manchado de sangre,
las manos se aferraban crispadas al volante. La vena de la sien se le
había hinchado, como siempre que estaba enfadado por algo y en su
mente estaba teniendo contigo una discusión tremenda; pero no decía
nada, el tío no soltaba prenda. Miré el reloj, eran las 5:47 de la
mañana. Hay que ver cómo había degenerado la noche. En un
principio la idea era salir a tomar algo de tranquis y volver a casa
temprano, lo suficiente como para que mamá y Carlos aún no hubieran
llegado, y en vez de eso habíamos terminado en uno de aquellos Coco
Loco gigantes, con cubatas a siete euros, música mala a todo
volumen, tías estrechas y unas letras de neón color rosa puticlub,
que estaba a tres cuartos de hora en coche del pueblo, y eran las
5:47 de la mañana.
Volví a mirar a Fabián, la sangre del
labio se le había secado, aunque difícilmente saldría de la
camisa, y con más dificultad aún conseguiría disimular ese ojo
morado aunque...¿Qué coño? Él se lo había buscado, yo también
llevaba la cara hecha unos cristos y no me iba quejando...!Y todo por
su culpa! Si es que quién le mandaba meterse dónde no le llamaban,
y encima replicando, este chico es que no sabe beber. Bien pensado,
si yo hubiera sido el novio de la otra también le hubiera soltado
una hostia, pero es que Fabián, con eso de que se ha puesto
cicladísimo, está de un subido que no hay quién pueda; contra el
notas aquel solo claro, pero cuándo han aparecido los otros tres
debería haberse dado media vuelta. Y a mi quien me llama, si no
valgo para ésto, sólo iba a recibir, estaba claro... El
cuentakilómetros marcaba los 150 km/h.
-Fab, tío, oye relájate, ¿me oyes?
-Y su pie apretó violento el acelerador; nos pusimos a 190-. Por el
amor de Dios Fabián tranquilízate ¿vale? Nos han zurrado tres
ciclaos de discoteca, si, un corro de niñas pijas se nos ha reído
en la cara, también, se nos va a caer el pelo cuando lleguemos a
casa, es cierto; pero joder tío, vas tan ciego que mañana ni te
acordarás, ¿qué coño importa?
-¿Que qué coño importa? -Y giró la
cabeza, clavándome una mirada gélida de ojos negros, sin soltar el
acelerador- ¿¿Que qué coño importa?? -Y su voz subió de tono
empujada por su orgullo- ¿¿¿Que qué coño importa??? -Y la vena
de la sien le palpitó ferozmente; volvió a mirar hacia la
carretera.
No supe muy bien si era una de esas
preguntas retóricas, una de esas que no hay que contestar, pero
joder, el tío ya me estaba tocando las narices. Volví a mirar el
reloj. La luz de la esfera digital bañó el interior del coche de un
tenebroso color azulado, eran las 5:52. Bajé el visor del coche .
Unos cuantos papeles me cayeron en el regazo, tickets, tarjetas de
aparcamiento, descuentos... Este tío tenía que tener síndrome de
Diógenes, en serio. Me miré en el espejo intentando abrir al máximo
mi ojo derecho, que me latía al ritmo del corazón. La hostia, ¡si
llevaba yo la cara peor que él! Tenía el ojo hinchado de cojones, y
cuanto más corría más rápido me latía. Este hijo de puta me
estaba empezando a poner muy pero que muy nervioso, en serio.
-Fabián joder ¿quieres levantar el
puto pie del acelerador, por Dios vivo, que nos vamos a matar? No
seas crío por favor -odiaba que le llamasen crío, era algo que le
sacaba de sus casillas-.
-¡Te he dicho cincuenta millones de
veces que no me llames crío! Y no seas nenaza joder, que no voy tan
rápido. Si es que eres una nenaza, sino fuera por eso no nos
hubieran dado semejante paliza. ¡Joder León hay que ver lo nenaza
que eres tío!
-¿Que yo soy una qué? -La
conversación se nos estaba yendo de tono, pero es que el tío se
estaba portando como un gilipollas, os lo juro- Mira Fabián si eres
un capullo que no sabe comportarse cuando toma dos copas no es culpa
mía, a ver a que santo tengo que ir salvándote siempre ese culo de
capullo que tienes. Joder.
-¿Tú eres idiota o que te pasa? Será
que no te he sacado yo a ti veces de marrones peores -Dos veces,
contadas, en serio, una vez el día que me enrollé con la novia de
Miguel Caballero, de 2º C, y la otra cuando le di con el coche a
unos imbéciles que estaban aparcados en frente de La Perla- así que
no vengas con mierdas abstemias, ¿me oyes?
Y no lo oí. Al menos no tanto como
aquella bocina estruendosa con voz de tenor. Por unos instantes nos
olvidamos de Coco Loco, de los mazados de Coco Loco, de las niñas
pijas, de la sangre y de las mierdas abstemias. En el calentón de la
bronca el idiota de Fab se había cambiado de carril. Un monstruo
rojo con pinta de camión se nos echó encima sin dejar de pitar.
Fabián dio un volantazo. Sonó la alarma de mi reloj. Eran las 6:00.
Lo último que pensé es que iba a caerme una buena al llegar a casa
por culpa de Fabián. Si no fuera porque el tío estaba mucho más
fuerte que yo le hubiera pegado dos hostias. En serio.
Chico, ¿estás bien? Mi amigo, mi
amigo está dentro del coche, yo, joder, joder. Tranquilo chico,
¿cómo has dicho que se llama, León? Si, joder, joder, oh Dios mío,
joder. León, oye, ¿me escuchas? No te duermas, tu amigo se queda
hablándote. Oye chico, tranquilo, la ambulancia ya está en camino,
procura que tu amigo no se duerma ¿vale? Joder León, lo siento, ¿me
oyes? Lo siento mucho tío, joder, joder, joder. ¿Dónde está el
herido? Está dentro del coche, el otro chico parece que no tiene
nada grave. Gerome, trae una camilla para el joven del coche, ¿cuál
es su nombre? Fabián Gutiérrez. ¿Y el de su amigo? León Ávalos.
Bien, ¿han hablado con sus padres? No, no los he llamado yo...
Dígales que se dirijan a La Fe. Chico lo siento, yo, por la bruma,
no os vi hasta que os tuve encima, ¿en qué ibas pensando chico?
Agente Gómez, el joven da positivo en el control de alcoholemia.
Joder, joder, joder, lo siento León tío, joder. Samanta el chico ya
está encamado, ha perdido el conocimiento. ¿Está en coma? Joder, joder. En seguida
subo al coche Gerome; agente si ya tienen lo que necesita nos
llevamos a los jóvenes al hospital, hay que asegurarse de que no
haya hemorragias internas. Si, por supuesto, nosotros ya hemos
terminado, Martínez nos vamos. Tranquilo chico, ya verás como tu
amigo se pone bien. Joder León, lo siento, joder...
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