miércoles, 1 de mayo de 2013

HISTORIAS ATRAPADAS EN UN CHARCO DE LLUVIA

PELDAÑOS ( I )


El tío ni siquiera me miraba. Mantenía la vista al frente, intentando ver algo a través de la bruma. Llevaba el labio partido y el cuello de la camisa manchado de sangre, las manos se aferraban crispadas al volante. La vena de la sien se le había hinchado, como siempre que estaba enfadado por algo y en su mente estaba teniendo contigo una discusión tremenda; pero no decía nada, el tío no soltaba prenda. Miré el reloj, eran las 5:47 de la mañana. Hay que ver cómo había degenerado la noche. En un principio la idea era salir a tomar algo de tranquis y volver a casa temprano, lo suficiente como para que mamá y Carlos aún no hubieran llegado, y en vez de eso habíamos terminado en uno de aquellos Coco Loco gigantes, con cubatas a siete euros, música mala a todo volumen, tías estrechas y unas letras de neón color rosa puticlub, que estaba a tres cuartos de hora en coche del pueblo, y eran las 5:47 de la mañana.

Volví a mirar a Fabián, la sangre del labio se le había secado, aunque difícilmente saldría de la camisa, y con más dificultad aún conseguiría disimular ese ojo morado aunque...¿Qué coño? Él se lo había buscado, yo también llevaba la cara hecha unos cristos y no me iba quejando...!Y todo por su culpa! Si es que quién le mandaba meterse dónde no le llamaban, y encima replicando, este chico es que no sabe beber. Bien pensado, si yo hubiera sido el novio de la otra también le hubiera soltado una hostia, pero es que Fabián, con eso de que se ha puesto cicladísimo, está de un subido que no hay quién pueda; contra el notas aquel solo claro, pero cuándo han aparecido los otros tres debería haberse dado media vuelta. Y a mi quien me llama, si no valgo para ésto, sólo iba a recibir, estaba claro... El cuentakilómetros marcaba los 150 km/h.

-Fab, tío, oye relájate, ¿me oyes? -Y su pie apretó violento el acelerador; nos pusimos a 190-. Por el amor de Dios Fabián tranquilízate ¿vale? Nos han zurrado tres ciclaos de discoteca, si, un corro de niñas pijas se nos ha reído en la cara, también, se nos va a caer el pelo cuando lleguemos a casa, es cierto; pero joder tío, vas tan ciego que mañana ni te acordarás, ¿qué coño importa?
-¿Que qué coño importa? -Y giró la cabeza, clavándome una mirada gélida de ojos negros, sin soltar el acelerador- ¿¿Que qué coño importa?? -Y su voz subió de tono empujada por su orgullo- ¿¿¿Que qué coño importa??? -Y la vena de la sien le palpitó ferozmente; volvió a mirar hacia la carretera.

No supe muy bien si era una de esas preguntas retóricas, una de esas que no hay que contestar, pero joder, el tío ya me estaba tocando las narices. Volví a mirar el reloj. La luz de la esfera digital bañó el interior del coche de un tenebroso color azulado, eran las 5:52. Bajé el visor del coche . Unos cuantos papeles me cayeron en el regazo, tickets, tarjetas de aparcamiento, descuentos... Este tío tenía que tener síndrome de Diógenes, en serio. Me miré en el espejo intentando abrir al máximo mi ojo derecho, que me latía al ritmo del corazón. La hostia, ¡si llevaba yo la cara peor que él! Tenía el ojo hinchado de cojones, y cuanto más corría más rápido me latía. Este hijo de puta me estaba empezando a poner muy pero que muy nervioso, en serio.

-Fabián joder ¿quieres levantar el puto pie del acelerador, por Dios vivo, que nos vamos a matar? No seas crío por favor -odiaba que le llamasen crío, era algo que le sacaba de sus casillas-.
-¡Te he dicho cincuenta millones de veces que no me llames crío! Y no seas nenaza joder, que no voy tan rápido. Si es que eres una nenaza, sino fuera por eso no nos hubieran dado semejante paliza. ¡Joder León hay que ver lo nenaza que eres tío!
-¿Que yo soy una qué? -La conversación se nos estaba yendo de tono, pero es que el tío se estaba portando como un gilipollas, os lo juro- Mira Fabián si eres un capullo que no sabe comportarse cuando toma dos copas no es culpa mía, a ver a que santo tengo que ir salvándote siempre ese culo de capullo que tienes. Joder.
-¿Tú eres idiota o que te pasa? Será que no te he sacado yo a ti veces de marrones peores -Dos veces, contadas, en serio, una vez el día que me enrollé con la novia de Miguel Caballero, de 2º C, y la otra cuando le di con el coche a unos imbéciles que estaban aparcados en frente de La Perla- así que no vengas con mierdas abstemias, ¿me oyes?

Y no lo oí. Al menos no tanto como aquella bocina estruendosa con voz de tenor. Por unos instantes nos olvidamos de Coco Loco, de los mazados de Coco Loco, de las niñas pijas, de la sangre y de las mierdas abstemias. En el calentón de la bronca el idiota de Fab se había cambiado de carril. Un monstruo rojo con pinta de camión se nos echó encima sin dejar de pitar. Fabián dio un volantazo. Sonó la alarma de mi reloj. Eran las 6:00. Lo último que pensé es que iba a caerme una buena al llegar a casa por culpa de Fabián. Si no fuera porque el tío estaba mucho más fuerte que yo le hubiera pegado dos hostias. En serio.

Chico, ¿estás bien? Mi amigo, mi amigo está dentro del coche, yo, joder, joder. Tranquilo chico, ¿cómo has dicho que se llama, León? Si, joder, joder, oh Dios mío, joder. León, oye, ¿me escuchas? No te duermas, tu amigo se queda hablándote. Oye chico, tranquilo, la ambulancia ya está en camino, procura que tu amigo no se duerma ¿vale? Joder León, lo siento, ¿me oyes? Lo siento mucho tío, joder, joder, joder. ¿Dónde está el herido? Está dentro del coche, el otro chico parece que no tiene nada grave. Gerome, trae una camilla para el joven del coche, ¿cuál es su nombre? Fabián Gutiérrez. ¿Y el de su amigo? León Ávalos. Bien, ¿han hablado con sus padres? No, no los he llamado yo... Dígales que se dirijan a La Fe. Chico lo siento, yo, por la bruma, no os vi hasta que os tuve encima, ¿en qué ibas pensando chico? Agente Gómez, el joven da positivo en el control de alcoholemia. Joder, joder, joder, lo siento León tío, joder. Samanta el chico ya está encamado, ha perdido el conocimiento. ¿Está en coma? Joder, joder. En seguida subo al coche Gerome; agente si ya tienen lo que necesita nos llevamos a los jóvenes al hospital, hay que asegurarse de que no haya hemorragias internas. Si, por supuesto, nosotros ya hemos terminado, Martínez nos vamos. Tranquilo chico, ya verás como tu amigo se pone bien. Joder León, lo siento, joder...

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