Desde el andén en que convertimos este
callejón hasta la zona residencial que es ahora han pasado quince
años.
Nunca fue un andén, pero en nuestra juventud a todo le
añadíamos un poco de magia. Ahora volveremos a encontrarnos, y
mentiría si dijese que no siento un poco de miedo. La última vez
que los vi, Pedro, mi mejor amigo, se marchaba a Rusia; Asier, el
amor de mi vida, iba a casarse con aquella chica de la universidad
-sus últimas palabras para mi “Si mañana se acaba el mundo,
recuerda que te quiero”; a Diana
acababan de despedirla... Hubo un camino para cada uno.
No recuerdo cuándo los vi por primera
vez, aunque tampoco la vez en que dijimos un hasta luego que después
resultó ser un adiós. Simplemente nos fuimos difuminando entre los
días. La vida pasó tan rápido que no tuvimos tiempo para echarnos
de menos. Hasta hoy. Y por eso estoy aquí de nuevo, esperando como
antes me esperaban a mí, pero sin saber bien qué esperar.
Veo a Estela a lo lejos; ya llega. Un
cruce de miradas y vuelve a ser ayer y vuelven todos los recuerdos.
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