martes, 10 de noviembre de 2015

Cuando vienes para quedarte, vida mía.

Confieso que he vivido
pero que nunca me di cuenta hasta ahora.

Confieso que conocía mis alas
pero que jamás me atreví a usarlas para volar.

Tenía el alma aletargada, alma que espera.

Confieso que me daba miedo la soledad
y me daba miedo que los charcos de la ciudad
me devolvieran un reflejo triste.
O marchito.
O cansado.

Confieso que amé mucho y lloré quedo
y me daban miedo los finales.
Y el olvido.
Y desaparecer.

Confieso que una mañana, de repente, me desperté y era enero en mi calendario.
Juro que hacía sol.
O igual era mi alma, que se desperezaba radiante después de tanto tiempo.

Confieso que he vivido,
que estoy viva,
que estoy viviendo.

Y no me arrepiento de nada.

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