Nadie me hará creer
que soy más bella mutilada.
No me arrancaré
una a una (y mirándote a los ojos)
las plumas.
No acallaré mi pico
contra las aristas de esta jaula dorada
que con tanta ternura me ofreces;
ni esconderé mis garras
para aliviar el peso de tu espanto.
Nadie me hará creer que valgo más domesticada y dócil
o que hay montañas que no me pertenecen.
Salgo en revuelo por las calles
graznidos de urraca
cacareos de familia-gallinero
gente, ciudad y alboroto de plumas
Que me miren:
Que me miren con desprecio y con enfado.
¡No pediré perdón por estar viva!
¡No pediré perdón por mi deseo!
Que tengo el cuerpo vivo de carne y de sangre,
de carne sinuosa y fértil,
de sangre desbordada.
Y tengo el sexo lleno de flores,
de alhelíes y azahares
y del eco de los dedos que fueron
y de los que no fueron.
¡No! ¡No pediré perdón por estar viva!
¡No pediré perdón por mi deseo!
Acogeré bajo mi ala
de cernícala cabrona
a todas las niñas-pájaro
a las que tampoco dejaron ser.
Basta de llorar,
amadas niñas-pájaro,
por las maletas que perdisteis,
que estaban vacías de futuro.
Guardaban humo,
cenizas
y capullos marchitos.
Basta de preguntarse,
cariñosas enamoradas del viento,
qué esperan de vosotras.
¡Volad!
Que es este un mundo de gatos traidores
acechando a ras de suelo.
Un mundo de escopetas
y abyecto tiro al plato.
Así que volad,
¡No seáis nunca el pájaro que esperan!
Porque estáis en derecho, pero también en deuda
con las que ya no tienen alas ni pico ni garras ni fuerzas.
Salgamos
escandalosa bandada de cotorras
a sabotear manzanas
a jalear invernaderos
En definitiva, a reclamar un espacio que es nuestro
así en la Tierra como en el Cielo.
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